quarta-feira, 3 de agosto de 2011

Participación política y electoral de mujeres y Jóvenes indígenas

os procesos de consolidación democrática en América Latina implican dotar de contenidos y consolidar los mecanismos de participación social y ciudadana.

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En estos últimos años, estos procesos democráticos, se han visto enriquecidos por la participación activa de movimientos sociales que han incorporado al debate político internacional aspectos novedosos como la plurinacionalidad del Estado, al interculturalidad de los sistemas políticos, el régimen del Buen Vivir como alternativa a las nociones tradicionales de desarrollo, nuevas formas de regulación de conflictos como la regla del consenso como alternativa a la regla de la mayoría de las democracias liberales y que se expresan en la consigna de “mandar obedeciendo”.

Es en virtud de estos procesos que otorgan nuevas dimensiones a la democracia y a la participación política, que el Sistema de Naciones Unidas, a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con el apoyo del gobierno de España, ha considerado conveniente realizar un mapeo sobre los niveles de participación en el ciclo electoral de las mujeres y de los jóvenes indígenas en seis países de la región: México, Guatemala, Nicaragua, Ecuador, Perú y Bolivia, con el propósito de crear mecanismos que ayuden a consolidar las estrategias existentes tendientes a fortalecer la participación en el sistema político y en el ciclo electoral de las mujeres y de los jóvenes indígenas.

Una primera mirada de estos niveles de participación da cuenta de que los sistemas políticos de la región, si bien han incorporado, han suscrito y han ratificado las normativas de los más importantes instrumentos internacionales en materia de derechos humanos, derechos económicos y sociales, y derechos colectivos, también es cierto que mantienen cierta rigidez institucional para acompañar las demandas de los movimientos sociales de la región, y en especial aquellas que provienen de los movimientos indígenas.

En un primer recorrido por las instituciones que conforman el sistema electoral, se han podido constatar que existen preocupaciones por dotar a esas instituciones de un enfoque de interculturalidad en un ámbito de derechos humanos y colectivos. La experiencia del IFE de México es importante en ese sentido cuando reconoce la necesidad de incorporar las dimensiones culturales a la divulgación, al empadronamiento y al empoderamiento de sectores indígenas. La misma situación puede observarse en las instituciones electorales de Guatemala, Ecuador, Bolivia, Perú y, en menor medida, Nicaragua.

Esta necesidad de incorporar un enfoque de derechos al ciclo electoral y a los sistemas políticos de la región dan cuenta de que la democracia es perfectible y que los movimientos sociales apuestan a la democracia como una forma de resolver los conflictos y garantizar la paz social. Otro de los aspectos que se resaltan es el profundo compromiso que están adquiriendo las organizaciones indígenas, sean o no organizaciones electorales y adscritas al sistema político de sus países, por comprometerse con la gestión de sus territorios locales y la generación de iniciativas que permitan superar la pobreza, la discriminación y la exclusión.

La investigación ha demostrado que las organizaciones indígenas se han apoderado de los instrumentos de derechos humanos y colectivos generados desde las Naciones Unidas. Quizá el instrumento internacional más importante al efecto, y que constituye un referente a la hora de la participación política, es la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas aprobada en septiembre del año 2007 por la ONU. Todos los países latinoamericanos han aprobado esta Declaración y han ratificado el Convenio 169 de la OIT y la Convención de la CEDAW.

Sin embargo, la investigación nos muestra que la vitalidad y la fuerza organizativa de los movimientos sociales de la región, cuyos epítomes son los países de Ecuador y Bolivia, no se corresponde con la participación de las mujeres y jóvenes indígenas en los sistemas políticos de sus respectivos países. La elección al Parlamento, o Asamblea, de mujeres y jóvenes indígenas, es aún marginal. Si bien hay alcaldías y prefecturas departamentales con presencia indígena, la participación de las mujeres y jóvenes indígenas en estos espacios es aún mínima. Lo mismo puede decirse de las responsabilidades en el sistema político. Los países que más han incorporado a mujeres indígenas a su sistema político, como Ministras, Cancilleres, Subsecretarias de Estado, Directoras de Instituciones Estatales, son Ecuador y Bolivia, y en menor medida los otros países.

Otro aspecto que la investigación ha podido resaltar en esta primera etapa es el hecho de que las organizaciones indígenas y sociales tienen una intensa actividad política y organizativa que se expresa en la generación de alianzas con varias ONG’s nacionales e internacionales, para consolidar la capacitación, la discusión y la preparación de liderezas indígenas. Hay experiencias que deben ser tomadas en cuenta y existe ya formatos institucionales, como la Universidad Intercultural del Fondo Indígena, que pueden constituirse en importantes plataformas de formación, capacitación y educación política para las mujeres y jóvenes indígenas del continente. La investigación también ha constatado el hecho de que las organizaciones sociales e indígenas tienen un alto nivel de integración continental y regional. Existen estructuras organizativas transnacionales como la COICA, la CAOI, el FIMI, ECMIA que pueden convertirse en plataformas de apoyo importantes a la hora de generar iniciativas de fortalecimiento de la participación en el ciclo electoral de las mujeres y jóvenes indígenas.

La situación de las mujeres indígenas del continente es aún precaria. Hay fenómenos densos como la criminalización social, los feminicidios, la migración, entre otros. Los movimientos sociales están apostando por la democracia para resolver estos conflictos. Es necesario apoyar y consolidar esta apuesta por la democracia que están haciendo los movimientos sociales de la región y comprender que la democracia siempre es y será perfectible. Las Naciones Unidas han apoyado estas demandas por la democracia y su proyecto de apoyo a la participación al ciclo electoral para las mujeres y jóvenes indígenas, en los países indicados, dan cuenta de esa vocación y ese compromiso.

*Este artículo esta basado en la investigación de la que hizo parte Paloma Bonfil “ Los espacios conquistados. La Participación Política y Liderazgo de las Mujeres Indígenas de México” y de la memoria del Seminario Internacional sobre la Participación Política y Liderazgo de las Mujeres Indígenas en América Latina realizado en el 2010.


Para más información http://www.undp.org.mx/spip.php?page=publicacion&id_article=358

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